sábado, 5 de septiembre de 2009

Chuchú Martínez

Chuchú Martínez

Gracias por recordarnos al hermano Chuchú... http://www.patriagrande.net/panama/chuchu.martinez/index.html


José de Jesús Martínez nació el 8 de junio de 1929 en Managua, Nicaragua, y vivió desde muy niño en Panamá.
Fue cercano colaborador del general Omar Torrijos y obtuvo el grado de Teniente de la Guardia Nacional.
En 1987 obtuvo el Premio Casa de las Américas en el género de testimonio por su libro Mi General Torrijos.
Murió el 27 de enero de 1991 en la Ciudad de Panamá.


El bueno malo

Erase una vez un joven comunista y un mendigo. Un día, el joven comunista se disfrazó de rico y buscó al mendigo para hacerle el bien. El mendigo extendió la mano, esperando la limosna. El falso rico le dio una patada en cambio. Quería hacerle el bien. El mendigo odió a los ricos y se inscribió en el Partido Comunista.

Un año después se volvieron a encontrar. El joven hacía un bello discurso en contra de los ricos. El mendigo lo reconoció y recordó el ultraje pasado. Odió también a los hipócritas. Mató al joven comunista y se inscribió en el partido de Marcel Penso, el millonario.



El monje asceta

Erase una vez un monje asceta cuya mayor felicidad era sufrir y al que nada le molestaba tanto como ser dichoso. Un día le cayó una teja en la cabeza. El asceta entonces se puso muy contento porque le dolió mucho. Pero entonces se entristeció porque estaba muy contento. Y entonces se puso muy alegre porque se había entristecido. Mas entonces le embargó la pena porque estaba alegre. Pero pronto se reconfortó porque tenía pena. Mas entonces comenzó a mortificarse porque se había reconfortado. Y entonces etcétera... etcétera... La última vez que se vio al monje asceta lloraba a carcajadas.



El oligarca

Una vez murió un oligarca, fue al cielo y le dijo a San Pedro: «¿Cuánto cuesta la entrada?» San Pedro se puso bravo y llamó a Cristo. Entonces el oligarca le dijo a Cristo: «¿Cuánto cuesta la entrada?» Cristo se puso bravo y llamó a Dios. Entonces el oligarca le dijo a Dios: «¿Cuánto cuesta la entrada?» Entonces Dios se lo dijo, y el oligarca pagó y entró.



La travesura

Una vez uno de los hijitos de Dios, aprovechándose de que su papá dormía la siesta, creó el mundo. Cuando Dios despertó le dijo: «¿Por qué has hecho esa travesura?» El hijito de Dios dijo: «Yo estaba jugando». Y entonces Dios dijo: «Está bien. No importa. Pero no lo vuelvas a hacer».



El hipócrita sincero

Una vez había un hipócrita que usaba siempre máscara. Un día quiso ser sincero. Se quitó la máscara y fue a verse el rostro en un espejo: Era igual que el de la máscara.



El malo malo

Una vez había un hombre malo que a todo el mundo le advertía: «Yo soy un hombre malo». Cuando murió le dijo a un juez: «Yo soy un hombre malo un poco bueno, porque confesé siempre ser un hombre malo». Y el juez le dijo: «No. Usted es dos veces malo. Usted es un malo malo. Usted es perverso».



El mendigo andrajoso

Una vez murió un pobrecito mendigo andrajoso y se fue al cielo. Allí se encontró con San Pedro y le dijo: «Señor, ¿aquí es el cielo?» San Pedro lo vio y le dijo: «No».



Señora melancólica y Dios aburrido

Una señora en la menopausia le escribió a Dios una carta preguntándole si existía. Y Dios le contestó que no.


Chuchú Martínez

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