domingo, 28 de febrero de 2010

Radio Liberada: Zacate Grande y Fausto Milla

Radio Liberada: Anexo audios
El padre Fausto Milla hace un llamado a la unidad nacional del FNRP, a la activación de la resistencia y a la lucha por la Asamblea Nacional Constituyente, representativa, democrática y popular...
Los compas del movimiento de Zacate Grande nos anuncian, en sus primeros reportajes (es un honor para radio liberada haber sido parte de la primera emisión de lo que será Radio La Voz de Zacate Grande, de próxima aparción), son 4 audios de 4 equipos diferentes de reporteras y reporteros, jóvenes de la comunidad que, con profunda emoción realizan sus primeros reportes sobre la situación que vive la comunidad, la persecusión de Miguel Facusse y el Club del Coyolito (y sus intentos de despojo de la tierra); sobre la liberación de compas detenidos: sobre el trabajo comunitario al rededor de la radio y sus procesos de capacitación... hay fuerza y razón en este pueblo que se defiende de los depredadores más arteros de la historia de Honduras y resiste junto a todo el pueblo contra la imposición del gobierno de facto... Viva la lucha de Zacate Grande!!, Viva la Radio La Voz de Zacate Grande!!!, Viva la Resistencia!!
Sin duda, el pueblo se organiza y consolida sus estructuras para resistir, difundan por favor, que es la única arma de sobrevivencia que tenemos.

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manitas negras
¡nunca se raja!
http://radioeslodemenos.blogspot.com

martes, 23 de febrero de 2010

José Saramago, de las piedras de David a los Tanques de Goliat

reenvío y agradezco
 

De las piedras de David a los tanques de Goliat

José Saramago

Parlamento Internacional de Escritores.

 

Afirman algunas autoridades en temas bíblicos que el Primer Libro de Samuel se escribió en la época de Salomón o inmediatamente después; en cualquier caso, antes del cautiverio en Babilonia. Otros estudiosos no menos competentes afirman que no sólo el Primero sino también el Segundo Libro de Samuel se redactaron después del exilio de Babilonia, y que su composición obedece a lo que la estructura histórico-político-religiosa denomina esquema deuteronomista, es decir, sucesivamente, la alianza de Dios con su pueblo, la infidelidad de ese pueblo, el castigo de Dios, la súplica del pueblo, el

perdón de Dios. Si el venerable texto procede de la época de Salomón, podemos decir que sobre él han pasado hasta hoy, en números redondos, unos tres mil años. Si los redactores llevaron a cabo su trabajo después de que los judíos regresaran del exilio, entonces hay que restar a ese número unos 500 años, mes más, mes menos.

 

Esta preocupación por el rigor temporal tiene como único propósito proponer a la comprensión del lector la idea de que la famosa leyenda bíblica del combate entre el pequeño pastor David y el gigante filisteo Goliat (que no llegó a producirse) se cuenta equivocadamente a los niños, por lo menos, desde hace 25 o 30 siglos.

 

A lo largo del tiempo, las diversas partes interesadas en el asunto han ido elaborando, con la conformidad acrítica de más de 100 generaciones de creyentes, tanto hebreos como cristianos, toda una engañosa mistificación sobre la desigualdad de fuerzas que había entre los brutales cuatro metros de altura de Goliat y la frágil complexión física del rubio y delicado David. Dicha desigualdad, enorme según todas las apariencias, quedaba compensada e invertida a favor del israelita gracias a que David era un muchacho astuto, y Goliat, una estúpida masa de carne; tan astuto era el primero que, antes de ir a enfrentarse al filisteo, encontró en la orilla de un riachuelo que había por allí cerca cinco piedras lisas, que metió en la alforja; tan estúpido el otro, que no se dio cuenta de que David llegaba armado con una pistola.

 

Que no era una pistola, protestarán, indignados, los amantes de las verdades míticas soberanas, que era simplemente una honda, una humildísima honda de pastor, como las que habían utilizado en tiempos inmemoriales los criados que tenía Abraham para cuidar el ganado. Es verdad, no parecía una pistola, no tenía cañón, no tenía culata, no tenía gatillo, no tenía cartuchos; lo que tenía eran dos cuerdas finas y resistentes, atadas por los extremos a un pequeño pedazo de cuero flexible, en cuyo hueco la mano experta de David colocó la piedra que, desde lejos, partió veloz y poderosa como una bala contra la cabeza de Goliat, le derribó y le dejó a merced del filo de su propia espada, que ya empuñaba el diestro tirador.

 

Si el israelita consiguió matar al filisteo y dar la victoria al ejército de Dios vivo y de Samuel, no fue por ser más astuto, sino simplemente porque llevaba consigo un arma de largo alcance y sabía manejarla. La verdad histórica, modesta y nada imaginativa, se conforma con enseñarnos que Goliat no tuvo ni siquiera la posibilidad de poner las manos encima de David; la verdad mítica, insigne fabricante de fantasías, nos embaucó hace 30 siglos con el maravilloso cuento del triunfo de un pequeño pastor sobre la brutalidad de un guerrero gigantesco al que, al final, de nada sirvió el pesado bronce del casco, la coraza, las espinilleras y el escudo. Sea cual sea la conclusión que podamos sacar del desarrollo de este edificante episodio, David, en las numerosas batallas que le convirtieron en rey de Judá y Jerusalén y extendieron su poder hasta la margen derecha del Éufrates, no volvió a usar la honda ni las piedras.

 

Tampoco las usa ahora. En los últimos 50 años han crecido hasta tal punto las fuerzas y la dimensión de David, que ya no es posible ver y reconocer diferencias entre él y el altivo gigante; incluso puede decirse, sin ofender la deslumbrante claridad de los hechos, que se ha convertido en un nuevo Goliat. David, hoy, es Goliat, pero un Goliat que ya no carga con armas de bronce inútiles y pesadas. Aquel rubio David de antaño sobrevuela en helicóptero las tierras palestinas ocupadas y dispara misiles contra inocentes desarmados, aquel delicado David de otrora tripula los tanques más poderosos del mundo y aplasta y revienta todo lo que encuentra a su paso, aquel David lírico que cantaba loas a Betsabé, encarnado ahora en la figura gargantuesca de un criminal de guerra llamado Ariel Sharon, lanza el poético' mensaje de que primero es preciso acabar con los palestinos para después negociar con los que queden. En pocas palabras, en esto es en lo que con ligeras variaciones meramente tácticas, consiste desde 1948 la estrategia política israelí.

 

Intoxicados mentalmente por la idea mesiánica de un Gran Israel que haga por fin realidad los sueños expansionistas del sionismo más radical, contaminados por la monstruosa y arraigada 'certeza' de que en este mundo catastrófico y absurdo existe un pueblo elegido de Dios y que, por tanto, están automáticamente justificadas y autorizadas, en nombre de los horrores del pasado y de los miedos de hoy, todas las acciones nacidas de un racismo obsesivo, psicológica y patológicamente exclusivista, educados y formados en la idea de que cualquier sufrimiento que hayan infligido, inflijan o vayan a infligir a los demás, especialmente a los palestinos, siempre será inferior a los que ellos padecieron en el Holocausto, los judíos arañan sin cesar su propia herida para que no deje de sangrar, para hacerla incurable, y la muestran al mundo  como si se tratase de una bandera. Israel se adueña de las terribles palabras de Dios en el Deuteronomio: 'Míos son la venganza y el pago'. Israel quiere que todos nosotros nos sintamos culpables, directa o indirectamente, de los horrores del Holocausto; Israel quiere que renunciemos al más elemental juicio

crítico y nos transformemos en un eco dócil de su voluntad; Israel quiere que reconozcamos de iure lo que, para ellos, es ya un ejercicio de facto: la impunidad absoluta.

 

Desde el punto de vista de los judíos, Israel no podrá ser nunca sometido a juicio, porque fue torturado, gaseado e incinerado en Auschwitz. Me pregunto si aquellos judíos que murieron en los campos de concentración nazis, aquellos que fueron perseguidos a lo largo de la historia, aquellos que murieron en los pogromos, aquellos que quedaron olvidados en los guetos, me pregunto si esa inmensa multitud de desgraciados no sentiría vergüenza al ver los actos infames que están cometiendo sus descendientes. Me pregunto si el haber sufrido tanto no sería el mejor motivo para no hacer sufrir a los demás.

 

Las piedras de David han cambiado de manos, ahora son los palestinos los que las arrojan. Goliat está al otro lado, armado y equipado como nunca lo ha

estado soldado alguno en la historia de las guerras, aparte, claro está, del

amigo norteamericano. Ah, sí, las horrendas matanzas de civiles causadas por

los llamados terroristas suicidas... Horrendas, sí, sin duda; condenables, sí, sin duda, pero a Israel le queda aún mucho que aprender si no es capaz de entender las razones que pueden llevar a un ser humano a transformarse en

una bomba.

 

miércoles, 17 de febrero de 2010

Guevara y Allende: Ryszard Kapuscinski

Comparto...
 
Guevara y Allende
Ryszard Kapuscinski
 
En el curso de un encuentro con los lectores, alguien del público me pide que compare la figura de Allende con la del Che Guevara y diga cuál de los dos tenía razón.

La pregunta encierra la opinión de que sólo uno de ellos podía tener razón, y el público espera a que yo escoja entre los caminos elegidos por Ernesto Guevara y por Salvador Allende.

En un determinado momento de su vida, Guevara abandona el despacho del ministro y su mesa de trabajo para marcharse a Bolivia, donde organiza un destacamento de guerrilla. Muere siendo el comandante de ese destacamento.

Allende, al contrario, muere defendiendo su mesa de trabajo, su despacho de presidente, del cual sólo lo sacarían –como siempre había dicho– "en un traje de madera".

Aparentemente, pues, se trata de dos muertes muy diferentes, pero en realidad esa diferencia no estriba más que en el lugar, el tiempo y las circunstancias. Tanto Allende como Guevara sacrifican su vida por el poder del pueblo. El primero defendiéndolo, el segundo luchando por conseguirlo. La mesa de Allende sólo es un símbolo, al igual que lo son las botas de campesino que calza Guevara.

Hasta el último momento los dos están convencidos de haber elegido el más justo y acertado de los caminos. Para Guevara, es el de la acción armada. Y se sabe que ésta no puede saldarse sin víctimas. Para Allende, es el camino de la lucha política. Él quiere evitar víctimas cueste lo que cueste.

Los dos eran médicos. Guevara, cirujano; Allende, internista. ¿Influyó tal cosa en sus actitudes? Al elegir una profesión, la persona se guía por una serie de motivos psicológicos. Indudablemente, pero ¿también fue así en este caso? No lo sé. Los tiros que acaban con la vida de Guevara y de Allende no se disparan desde un escondite. Los dos aceptan su muerte conscientemente, a sabiendas de que llega. Cada uno de ellos puede salvarse, tiene su oportunidad, tiene tiempo. Entre la captura de Guevara herido y su ejecución transcurren veinte horas. El coronel Zenteno le promete que conservará la vida si consiente en comparecer ante un tribunal como acusado. Guevara rechaza la propuesta. Maniatado, permanece sentado en el suelo de tierra de la escuela rural de Higueras y calla, se niega a hablar. Le duele el muslo abierto por el balazo, le duelen los forúnculos, le asfixia el asma. Quizá ni siquiera se da cuenta del momento en que en la ventana aparece un sargento que aprieta el gatillo de su metralleta.

Allende dispone de ocho horas. Por la mañana se entera de que hay un avión esperándolo, que puede ir donde quiera, a condición de que dimita, de que abandone su puesto. Pero no lo hará. Todavía ayer era un señor mayor, de rostro cansado y preocupado, ya grave , ya bonachón, vestido siempre con sofisticada elegancia. Hoy rebosa en nuevas energías, en una fuerza y una vitalidad que asombra a todo el mundo: dispara, dicta órdenes, lidera su última batalla. Pasan las horas. A su alrededor hay muertos y heridos. También él está herido. Pero el pulso sigue firme, la metralleta no falla la diana. El ejército irrumpe en el Palacio. En uno de los salones, en medio del humo, el polvo y el olor a quemado, seguirá disparando hasta el final un hombre bajo, aunque robusto, cumplidos con creces los sesenta, con casco de minero y jersey de cuello alto: el presidente de la república.

En la manera en que mueren Guevara y Allende hay una implacable determinación, una inexorabilidad conscientemente escogida, una tremenda dignidad. En esas últimas horas, todo lo que podría llevar a la salvación queda rechazado: regateos, tejemanejes, compromisos, rendición o huida. El camino, ya despejado y recto, no lleva sino a la muerte.

Tanto una como otra, sus muertes son un lance de honor, un desafío. Un deseo de manifestar públicamente la justicia de sus convicciones y una disposición, más allá de toda vacilación, a pagar por ellas el máximo precio. Me veo obligado a irme, pero no me voy del todo, no por completo, no para siempre. Se tienen que ir: esto lo saben los dos, llevan tiempo preparándose para ello. Guevara se despide de Fidel, de sus padres y de sus hijos en unas cartas escritas meses atrás. Allende empieza su último y trágico día despidiéndose de sus hijas y, en un discurso radiado, del pueblo. A partir de entonces los dos se quedarán a solas con el destino, rodeados por un puñado de hombres que los seguirán hasta el final. Seguir hasta el final: ésta será la idea que los acompañará durante el resto de las horas que les quedan. Hasta el final actúan, no tienen tiempo, están ocupados en sus cometidos.

Los dos caen en plena marcha.

Sus muertes: tan parecidas; sus vidas: tan diferentes.

Dos personalidades antitéticas, dos temperamentos diametralmente opuestos.

Siendo un muchacho, Guevara viaja por el Amazonas en una balsa, quiere atravesar toda América Latina en bicicleta. Va a Bolivia por mor de una revolución, va a Guatemala por mor de una revolución, finalmente llega a México, que, tiempo atrás, también había sido escenario de una revolución. Allí conoce a Fidel Castro y juntos organizan el desembarco guerrillero en Cuba. Al alcanzar la costa caen en una emboscada. Es el 2 de diciembre de 1956. De los ochenta y dos milicianos sólo una docena queda con vida. Ni siquiera todos van armados con un fusil. Guevara está herido. Y aquella docena de hombres empieza la mayor epopeya de la historia reciente de América Latina.

La naturaleza inquieta de Guevara no para de empujarlo hacia delante, pero la suya es una inquietud dirigida, su energía se concentra en la causa revolucionaria.

Toda su vida es una constante búsqueda de un campo de batalla.

Nacido en 1928, muere a los treinta y nueve años. Pertenece a esa generación de jóvenes latinoamericanos que, tras levantarse en armas, en los años cincuenta se alzan con su primera y maravillosa victoria. A partir de ella se creerán que la historia enseguida, y siempre, se pone del lado de las causas más nobles. Muchos han pagado por esa fe con sus propias vidas. Estaban convencidos de que las masas no hacían sino esperar una señal, de que el barril estaba lleno de pólvora y de que bastaba con una sola chispa. Y, según ellos, esa chispa no era otra cosa que un destacamento de guerrilleros entregados a la causa, dispuestos a todo. Poco a poco se les unirían voluntarios y el destacamento se convertiría en un ejército popular que tomaría el poder y haría la revolución.

Guevara crea un destacamento así en Bolivia y empieza a combatir. Espera la llegada de voluntarios, sobre todo campesinos. Pero los campesinos no se le unen. Un campesino apellidado Rojas denuncia, condenándolos a la muerte, a trece hombres del destacamento de Guevara. El oficial del ejército le paga por ello cinco dólares, a los que añade una barra de chocolate. En su Diario, Guevara menciona a cada momento lo difícil que le resulta entenderse con los campesinos. Pero no es de extrañar. Él proviene de una familia burguesa argentina, es blanco y habla en español. En cambio el campesino al que espera es indio, sólo habla quechua y desconfía de los blancos, que lo han explotado durante siglos. Ese campesino de la desértica y olvidada provincia boliviana –que está tan alejada de la civilización moderna como la luna de la Tierra– no quiere luchar contra la corrupta dictadura del presidente Barrientos, porque ha oído decir que hace algún tiempo dicho presidente se presentó en una aldea y regaló a todo el mundo un par de zapatos. Los zapatos son el gran sueño de los campesinos. ¿Qué les pueden ofrecer los guerrilleros?

Foto
Portada del libro de Ryszard Kapuscinski (1932-2007)

Además, los guerrilleros han llegado de la ciudad o de otros países. En cambio los soldados que los combaten son chicos de las aldeas vecinas. Indios que hablan quechua. Cierto que los oficiales son hombres blancos y han recibido instrucción en academias norteamericanas. Pero el ranger raso es hijo de campesinos, nacido y criado en sus mismos pagos. En ese territorio desértico, yermo y pedregoso en el que los guerrilleros se pierden a cada momento y nunca están seguros de si van en la buena dirección, los soldados se sienten como el pez en el agua. Conocen cada piedra, cada quebrada. Allí habían jugado de niños, por aquel sendero iban a buscar agua.

Alrededor del destacamento de Guevara se estrecha el cerco de la muerte. Hambrientos y exhaustos, los hombres libran una batalla desigual en la que quedan derrotados. Es soleado y muy caluroso el último día del Che.

La vida de Salvador Allende discurre por otra vía. Aunque también entregada a la causa, es una vida ordenada, regular, sin sacudidas. A sus veintinueve años, Ernesto Guevara lidera el frente guerrillero en Sierra Maestra, tiene el brazo en cabestrillo y ha burlado la muerte en más de una ocasión. A sus veintinueve años, Salvador Allende se convierte en diputado al Parlamento y los amigos le auguran una carrera vertiginosa. Tiene treinta y un años cuando se hace cargo de la cartera de ministro de la Salud en el gobierno del radical Aguirre Cerda. Ingresa en una logia masónica. Funda el partido socialista. En 1945 es senador. Cuatro veces es candidato a la presidencia de la república: en 1953, 1958, 1964 y 1970. En veinte años es el único candidato de la izquierda a este cargo. Toda la vida de Allende transcurre en Santiago, en el Parlamento, o en las provincias chilenas, adonde lo llevan sus largas campañas electorales. El Parlamento de Chile: un edificio gris y feo, situado en el centro de la ciudad, calle de la Catedral. Aquí tiene Allende su despacho de senador. Estanterías desde el suelo hasta el techo, y en ellas, docenas de volúmenes de leyes y enmiendas a esas leyes, mil veces estu-diadas, corregidas y aumentadas. En este edificio, Allende trabaja y lucha treinta y tres años, primero como diputado, después como senador. El edificio forma su mentalidad legalista, su perfecto dominio del derecho, de la constitución, de la ley. De todos modos, la izquierda chilena siempre ha sido una acérrima defensora de la Constitución y del Parlamento burgueses. Sólo aparentemente es una paradoja. La Constitución y el Parlamento garantizaban a la izquierda la libertad de actuar dentro de la legalidad, le brindaban la posibilidad de llevar su lucha política abiertamente. En 1969, durante el mandato del presidente Frei, el general Roberto Viaux quiso dar un golpe de Estado y clausurar el Parlamento. Fue precisamente la izquierda la que lo salvó, la que salvó ese mismo Parlamento que durante el mandato presidencial de Allende se convertirá en el principal centro de oposición, provocación y sedición. Pero Allende, que durante toda su vida ha construido la autoridad del Parlamento, una vez jurado el cargo de presidente, no lo disolverá aun a precio de perder el poder y la vida.

A menudo se oye la pregunta de por qué Allende no armó al pueblo y no empezó una guerra civil.

Distribuir armas a gran escala era imposible, porque en Chile el servicio de espionaje interno está en manos del ejército, el cual se habría enterado enseguida de cualquier traslado de partidas de armamento, de la formación de destacamentos populares, de su instrucción, etcétera. Tal cosa sólo habría acelerado el golpe. Además, Allende sabía que se trataba de un ejército moderno, con enorme potencia de fuego y que llamar a luchar contra semejante fuerza a un pueblo mal armado habría supuesto cientos de miles de víctimas, el derramamiento de sangre de la mitad de la nación.

En su rechazo a la guerra civil Allende también se guía por un importante principio moral. Cuando tomaba posesión de su cargo, él, el primer presidente popular de Chile, juró respetar la constitución. Y la constitución obliga al presidente a hacer todo lo posible para evitar el estallido de una guerra civil.

Allende desea preservar la honestidad ética.

De la misma manera se comporta Guevara.

Su destacamento no para de capturar prisioneros, soldados rasos y oficiales, a los que suelta enseguida. Desde el punto de vista militar, comete un grave error: los prisioneros no tardan en informar del lugar en que se encuentra el destacamento, del número de sus miembros y de su armamento. Pero Guevara no fusila a ninguno. "Estáis libres", les dice; "nosotros, los revolucionarios, somos personas moralmente honestas, no vamos a ensañarnos con un adversario desarmado".

Este principio de honestidad moral es un rasgo característico de la izquierda latinoamericana. También es causa de sus frecuentes derrotas en la política y en la lucha. Pero hay que intentar entender su situación. Todo joven latinoamericano crece rodeado de un mundo corrupto. Es el mundo de una política hecha por y para el dinero, de la demagogia desenfrenada, del asesinato y el terror policial, de una plutocracia implacable y derrochadora, de una burguesía ávida de todo, de explotadores cínicos, de arribistas vacuos y depravados, de muchachas empujadas a cambiar fácilmente de hombre. El joven revolucionario rechaza ese mundo, desea destruirlo, y antes de que sea capaz de hacerlo, quiere contraponerle un mundo diferente, puro y honrado, quiere contraponerle a sí mismo.

En la rebeldía de la izquierda latinoamericana siempre está presente ese factor de purificación moral, un sentimiento de superioridad ética, una preocupación por mantener esa superioridad frente al adversario. Perderé, me matarán, pero jamás nadie podrá decir de mí que he roto las reglas del juego, que he traicionado, que he fallado, que tenía las manos sucias.

Tanto Guevara como Allende son los mejores exponentes de esta actitud, que es toda una escuela de pensamiento. La pregunta importante es: ¿su trayectoria revela un intento consciente de crear un modelo para generaciones futuras que tal vez vivirán en ese mundo por el que ellos luchan y mueren?

¿Acaso se puede responder a la pregunta de cuál de ellos tenía razón? La tenían los dos. Actuaron en circunstancias diferentes, pero el objetivo de sus actuaciones era el mismo. ¿Cometieron errores? Eran seres humanos, ésta es la respuesta. Los dos han escrito el primer capítulo de la historia revolucionaria de América Latina, de esa historia que apenas está en sus inicios y de la que no sabemos cómo evolucionará.

http://www.jornada.unam.mx/2010/02/17/index.php?section=opinion&article=a06a1cul

jueves, 11 de febrero de 2010

Declaración Final Encuentro Por el Derecho a la Difusión de Nuestras Voces


Declaración del Encuentro "Por el Derecho a la Difusión de Nuestras Voces"

Triunfo de la Cruz, Territorio Garífuna
6 de febrero de 2010


En el marco del encuentro "Por el Derecho a la Difusión de Nuestras Voces" y el relanzamiento de la radio comunitaria Garifuna ¨Faluma Bimetu¨, celebramos la diversidad de voces que se han unido en este grito para reivindicar nuestros derechos a la comunicación y a la democratización de la palabra, frente aquellos que intentan acallar nuestras voces con intimidaciones, hostigamientos, y ataques cobardes.

Los medios comunitarios y radios comunitarias reunidas en esta jornada de reflexión y solidaridad rechazamos la concentración de los de medios de comunicación en América Latina, reconociéndola como una de las principales formulas de dominación permanente practicada por los grupos económicos de poder, para promover y justificar el saqueo de las riquezas culturales, naturales y económicas de nuestros pueblos.

El atentado contra Faluma Bimetu no es un caso aislado de hostigamiento a los medios comunitarios. En el marco del Golpe de Estado vivido en Honduras, la situación de censura a las voces divergentes y contrarias al régimen de facto se agrava. Tan sólo desde la toma de posesión de Porfirio Lobo y su campaña de "Reconciliación Nacional", se ha intensificado la ola de agresiones y hostigamientos a comunicadores y comunicadoras populares y medios contrarios al Golpe, como es el caso de los dos reporteros de GloboTV secuestrados y torturados la semana pasada, los ataques cibernéticos a la página web Vos El Soberano y las amenazas que sufren los comunicadores y comunicadoras de la península de Zacate Grande.

Desde las diferentes experiencias de comunicación popular que nos dimos cita en el Encuentro por el Derecho a la Difusión de Nuestras Voces, afirmamos que:

1. Frente a la intensificación de represión para acallar nuestras voces, se ven fortalecidas nuestras alianzas de radios y medios de comunicación, demostrando respuestas contundentes a estas violaciones de nuestros derechos de expresarnos.

2. La información y la comunicación son bienes comunes, trabajadas desde las realidades, perspectivas, intereses y culturas de nuestros pueblos. Tomamos como base nuestros derechos a la comunicación que están garantizados en las diversas declaraciones y convenios internacionales suscritos por los gobiernos de nuestros países y exigimos que sean reconocidos en la practica.

3. Ante la situación de los monopolios mediáticos que vive la región y los intereses que promueven la exclusión de las mujeres, los pueblos indígenas y garífunas, l@s trabajador@s, l@s campesinos, la comunidad LGBT y demás sectores marginados. Celebramos la importancia y persistencia de las radios y medios comunitarios para romper este cerco mediático, al expresar y transmitir la problemática de nuestras comunidades, impulsar una comunicación participativa desde la cultura e identidad, y defender los derechos colectivos de los nuestros pueblos y comunidades locales.


4. Rechazamos la criminalización de los medios comunitarios. Seguiremos construyendo nuestros propios medios, legitimados por nuestros pueblos hasta que exista legislación en Nuestra América que refleje, represente y reconozca a nuestros medios comunitarios legalmente, lo cual debe de abrazar la diversidad de nuestras culturas y derechos a la comunicación. En Honduras una Asamblea Nacional Constituyente participativa impulsada por el pueblo dará paso a la desmonopolización y democratización de los medios.

Hoy 6 de Febrero en Triunfo de la Cruz, a un mes del ataque, lejos de ser debilitadas, la Radio Faluma Bimetu y las Radios Comunitarias e Indígenas de Mesoamérica lanzamos de nuevo al aire nuestras voces, acompañadas de los tambores ancestrales Garífunas sonando al ritmo y fuerza de una comunicación Garífuna, y una comunicación de los pueblos en plena determinación y ejercicio al derecho a la difusión de nuestras voces. ¡NO NOS CALLARÁN!

¡Viva Faluma Bimetu y la Red de Radios Garifunas!
¡Viva el Pueblo Garifuna!
¡Vivan los medios comunitarios de Honduras y MesoAmérica!

viernes, 5 de febrero de 2010

Encuentro por el Derecho a la Difusion de Nuestras Voces


Programa de Actividades de la Reinauguracion de la Radio Faluma Bimetu


6 de Febrero de  2010, Triunfo de la Cruz, Tela


8.00 - 8.30: Inscripción y entrega de gafetes

8.30-9.30: Desayuno

9.30-10.30: INAUGURACIÓN

Palabras de bienvenida de OFRANEH y COMPPA

Ceremonia Garífuna

Breve presentación de las radios y organizaciones participantes.


10.30-11.30: Presentación del CASO FALUMA BIMETU:

Hechos del 6 de enero.

Historia de la radio.

Antecedentes: Boicots sufridos por la radio en el pasado,

persecución y hostigamiento a las comunidades Garífunas

Presentación del video: Red de Radios Garífunas


11.30-11.45: Refrigerio

11.45-12.45: Actividad "Derecho a la comunicación"


12.45-14.00: Presentación de experiencias:

- Radio Chamtaq'a y la Unión Verapacense de Organizaciones

Campesinas (GUATEMALA)

- Asociación por la Defensa de Zacate Grande (HONDURAS)

- Radio Orquídea y el Movimiento Campesino del Aguán (HONDURAS)

- Radio Unión, "La Voz de la Resistencia" (GUATEMALA)


14.00-14.30: COMIDA

14.30-15.00: Presentación Artístico - Cultural

15.00-16.00: Ponencia: La lucha por la democratización de los medios en la región, ¿una lucha legal o legítima?

16.00-17.00: Presentación de experiencias:

- COPINH y la red de radios lenca (HONDURAS)

- Radio Libertad (GUATEMALA)

- Radio Liberada (HONDURAS)

- Radio Libre Ke Huelga (MÉXICO)


17.00-18.00: Mesas de Trabajo

- Experiencias de Comunicación desde los Pueblos

- Derecho a la Comunicación

- Medios Comunitarios vs Medios Comerciales

- Legalidad vs Legitimidad

-Agresiones y Hostigamientos


18.00-19.00: Presentación de conclusiones y reflexiones acerca de la jornada de trabajo

19.00-20.00: CENA


ACTIVIDAD POLÍTICO-CULTURAL


- ACTO DE RE-INAUGURACIÓN DE LA RADIO

- Palabras de bienvenida

- Actuaciones musicales

- Lectura de la Declaración del Encuentro por la Difusión de Nuestras Voces


Organización Fraternal Negra Hondureña, OFRANEH
Teléfonos (504) 4420618, (504) 4500058, (504) 4432492
Av 14 julio, calle 19, Contiguo Vivero Flora Tropical, Barrio Alvarado, La Ceiba, Honduras
email:garifuna@ofraneh.org, ofraneh@yahoo.com